martes, 10 de septiembre de 2013

El lenguaje secreto del suelo


El suelo es un medio dinámico, precisamente alejados de nuestra simple vista en lo más profundo del suelo existen organismos que hacen posible su fertilidad natural. Estos microorganismos como bacterias y hongos permiten que se reciclen sus diversos componentes, circulen elementos necesarios para la vida animal y vegetal y descomponen aquellas sustancias y materiales que de una u otra manera se acumularían y causarían estragos biológicos.
Es un lenguaje secreto, secreto porque está escondido de nuestros sentidos, el suelo permite la vida de estos “simples” entes diminutos y son su medio para la subsistencia de otros más complejos como los animales vertebrados, creando asociaciones intimas y tan cercanas que incluso algunos de estos organismos no pueden sobrevivir sin esta unión estrecha.
La tierra de labor no es algo inerte estando formada, por término medio, por un 93% de mineral y un 7% de materia orgánica. La parte orgánica está compuesta por un 85% de humus, un 10% de raíces y un 5% de organismos vivos, principalmente hongos, bacterias, gusanos, arácnidos e insectos
Es ahí en la tierra donde se inicia y finaliza la vida, para volver a empezar de nuevo. Los principales responsables son los microorganismos que habitan en ella y la dan vida, con sus relaciones e interacciones (asociación, depredación, competencia, simbiosis etc.) dotándoles de un equilibrio.
Dentro de estas interacciones biológicas encontramos la simbiosis, donde los organismos que participan en ella se benefician mutuamente en situaciones en las que ninguno de ellos podría realizar una función vital o sobrevivir aisladamente. Para que una simbiosis tenga lugar, dos o más organismos diferentes deben vivir en inmediata proximidad. Algunas simbiosis microbianas involucran solo a microorganismos, mientras que en otras existen asociaciones de microorganismos con insectos, plantas o animales superiores.
Un ejemplo de simbiosis es la fijación simbiótica de nitrógeno. En ella se establece una relación de este tipo entre bacterias heterótrofas (esto es, que dependen de un sustrato orgánico como principal fuente de carbono) de los géneros Rhizobium y Bradyrhizobium (denominados colectivamente rhizobios) y plantas leguminosas. Los microorganismos son albergados por raíces o tallos y así logran, mediante sistemas enzimáticos específicos, que el nitrógeno gaseoso (N2) que no es aprovechable por las plantas se transforme en amonio que puede ser utilizado por ellas. La asociación es mutuamente beneficiosa porque permite que las bacterias obtengan hidratos de carbono del vegetal mientras que este se beneficia incorporando nitrógeno del aire. Esto a su vez impide que el suelo pierda sustancias con nitrógeno.

Leguminosa mostrando los nódulos de las raíces generados por la simbiosis con Rhizobium

Otra interacción es el mutualismo de ciertos hongos que  mantienen una estricta dependencia con la planta; pertenecen a la división “Fungi” y establecen una asociación mutualista entre las raíces de una especie vegetal y el micelio del hongo, constituyendo un nuevo “órgano funcional” subterráneo del que se sirven ambas especies.  Estos hongos son conocidos como Micorrizas, los mismos se asocian a las raíces del 90% de las plantas terrestres, realizando este tipo de asociación con grandes beneficios. Las micorrizas pueden clasificarse en ectomicorrizas y endomicorrizas, según la relación del hongo con las células de las raíces de la planta.
Las plantas se benefician con esta asociación, la cual favorece su reproducción, supervivencia y producción de biomasa. El hongo, al invadir las células de las raíces, actúa como extensiones de las mismas y facilitan la toma de agua y nutrientes poco disponible. Por otro lado, protegen a las plantas de la falta de agua y de patógenos del suelo, haciéndolas más fuertes y competitivas que otras plantas.

Raíz con micelios de un hongo micorrítico

Como vemos el ser humano ha logrado descifrar parte de este lenguaje secreto que se suscita en el suelo, obteniendo así numerosos beneficios no solo para los organismos responsables (planta / hongo / bacteria) sino también para sí mismo mejorando cultivos, obteniendo rendimiento en cosechas y mejorando su calidad de vida.
Finalmente se puede asegurar que caminar por un bosque o un espacio natural cualquiera es como caminar con junto a un iceberg, vemos solo lo que está en su superficie y logramos comprenderla, pero debajo de este existe un inmenso universo de organismos que compiten entre sí, se ayudan mutuamente y permiten la vida, siendo este un lenguaje secreto un lenguaje que solo en el suelo se puede dar.


Para pensar:
¿De qué manera pueden estas relaciones simbióticas o mutualistas incrementar la productividad de un cultivo?
¿Las técnicas de biocontrol pueden ser aplicadas usando este tipo de organismos bacterianos o fúngicos? ¿Conoces alguno de ellos? 
¿Crees que este lenguaje del suelo se ha descifrado totalmente por el hombre?